Las explotaciones agroganaderas gallegas son cada vez más grandes, los propietarios y propietarias se hacen mayores y hay poco relevo generacional; la innovación, cada vez más presente, exige una preparación. Son algunos de los factores que derivan en la necesidad de contratar personal y lo que, en principio, parece una buena noticia, ofertar puestos de trabajo toda vez que a diario vemos que hay personas que demandan empleo, pasa a convertirse en una paradoja de difícil resolución.
Las cooperativas reciben mensajes de las explotaciones indicando que necesitan personal y no encuentran candidaturas. La lista del paro es extensa, las organizaciones sociales y páginas de empleo cuentan con listados interminables de solicitudes de trabajo. ¿Dónde está el escollo? Las propuestas de empleo en las explotaciones no generan interés. En este punto, la desafección y baja consideración social de la profesión agroganadera juegan en contra. El sector, los medios de comunicación, el ámbito educativo, el empresarial y las administraciones deben dotar la esta profesión de la dignidad y reconocimiento social que merece.
Hace falta cambiar la imagen asumida, que fue real años atrás, pero que pierde vigencia en el contexto actual: que se trata de una profesión muy dura. Es intensa, con horarios complicados, sin días festivos…, cierto, pero todas las profesiones presentan dificultades y hoy es mucho más donada de llevar gracias a los avances que cambiaron profundamente la realidad laboral del sector. Es importante mostrar esta nueva realidad para no asustar posibles candidaturas que, por desconocimiento, se alejan de un trabajo que puede resultar muy satisfactorio.
La profesión, hoy, es mucho más fácil de llevar graciaas a los avances que cambiaron profundamente la realidad laboral del sector.
Las explotaciones suelen estar alejadas de las ciudades y de los núcleos con más densidad de población. Esto lleva al deber de contar con un medio de transporte y con carné de conducir, algo que, sobre todo para personas que provienen de otros países buscando trabajo, puede suponer un obstáculo difícil de salvar a no ser que se tenga en cuenta y se propicien soluciones. Por otra parte, de todos es conocido —y nosotros, los gallegos, como pueblo emigrante lo sabemos— que cuando tienes que emigrar buscando mejores condiciones buscas no sentirte tan sólo y rodearte de familia, amigos o personas de la mismo origen o situación para sentirte más arropado.
Por tanto, entre los pros y contras que se tienen en cuenta a la hora de aceptar un empleo de este tipo influyen condicionamientos económicos (medio de transporte, invertir en un permiso de conducir, alquilar una vivienda) y sociales (vivir lejos de la familia y amigos, alejar a los hijos e hijas de lo conocido o mantener la vivienda lejos, pasar muchas horas conduciendo a horas intempestivas, trato y perjuicios raciales percibidos, etc.).
La propia evolución delo sector deriva en la necesidad de formación para las personas aspirantes, pero también para las personas empleadoras.
La propia evolución del sector deriva en la necesidad de formación para las personas aspirantes, pero también para las personas empleadoras que, en muchas ocasiones, llevan toda la vida trabajando en la producción pero sin tener a su cargo empleados o empleadas y no saben marcar límites, dar facilidades, evitar sobrecargar o manifestar empatía por la situación personal del trabajador o trabajadora, lo que lleva la que la rotación del personal sea más frecuente del deseado.
En conclusión, es preciso buscar soluciones idóneas. Hablamos de personas, de derechos, de empleo, de vivienda, de eficiencia empresarial, de economía, de formación… en definitiva, de evolución.