- Los datos sectoriales reflejan un balance negativo en cuanto a la renta media de los agricultores y ganaderos.
- El actual director general de Cooperativas Agro-alimentarias de España, Agustín Herrero, próximo a jubilarse, se despidió de los cooperativistas gallegos.
- Gabriel Trenzado, próximo director general de la entidad nacional explicó las condiciones de los Ecoesquemas de la PAC.
AGACA celebró esta mañana, en Santiago de Compostela, la 34 edición de su Asamblea General en la que participaron como invitados, el actual director general de Cooperativas Agro-alimentarias de España, Agustín Herrero, que está a punto de jubilarse y su sucesor en el cargo, Gabriel Trenzado que informó sobre los Ecoesquemas de la PAC.
Normalidad en cuanto a la aprobación de las cuentas anuales y resultados del ejercicio 2021, pero cierta desilusión a la hora de presentar el resumen de la Memoria de Actividades, que devuelve una imagen desfavorable para el campo gallego por la escalada de precios de los costes de producción, imposible de trasladar a la cadena alimentaria por la posición oligopolista de la gran distribución pese a ser calificado cómo esencial durante la pandemia.

Sector ganadero
La leche y las carnes, en general, sufrieron un pésimo año de rendimientos económicos soportando una situación inflacionista espectacular donde cada partida de gastos se vio incrementada (en los fertilizantes más que duplicada).
Todo incrementó precio: materias primas de alimentación animal y piensos; en consecuencia, la luz, los carburantes, el hierro y los materiales básicos de las instalaciones a reponer, los fertilizantes, los salarios del personal contratado, los servicios técnicos, el transporte…
Hacia finales del 2021 algunos de los precios de alimentos comercializados por nuestros ganaderos y ganaderas comenzaron una leve recuperación, desigual, con dientes de sierra y nada estable a medio plazo. La leche y las carnes siguen siendo, junto con algunos productos de huerta como las lechugas, productos reclamo de la gran distribución, para los que desarrollan estrategias de banalización de los productos consentidas por las autoridades.
Otro año de pérdidas claras de rentas por la política económica impuesta por los oligopolios de la distribución que provocó una caída de rentas y de márgenes económicos netos, esperando por una legislación efectiva que impida la tradicional destrucción de valor que practican los últimos eslabones de la cadena.
El porcino fue el subsector que proporcionalmente más renta perdió, siendo duramente castigado por las caídas de las exportaciones a China, además de la carestía brutal de los costes de producción.
La carne de pollo y la avicultura en general tuvieron un año malo que la inflación de los piensos acabó de castigar. Más estable se comportó la carne de conejo, pero con unos costes de producción desbocados que terminaron de penalizar las rentas en relación con el año anterior.
El vacuno de carne comenzó a recuperar precios prepandemia lentamente en el segundo semestre del año, sin lograr compensar la elevación de los costes de producción. El vacuno de carne de Galicia necesita cambios con urgencia, pues son varios años en declive continuo, con precios que no acaban de despegar. Además, preocupa que los precios de los animales de la IXP Ternera Gallega redujeron la aportación de valor al resto de animales. Urge generar valor para frenar el declive productivo del sector. Por eso, en 2021 el vacuno contribuye a la reducción de rentas medias de la ganadería.
Sector agrícola
E sector agrícola resultó sustancialmente mejor que el ganadero.
La producción y comercialización del vino se vio inicialmente afectada por la pandemia a causa de las caídas de ventas en la restauración. Con todo, 2021 pasará globalmente como uno de los mejores años del sector de vino de Galicia: hubo agilidad comercial en la respuesta a la crisis que pronto encontró en la alimentación y mismo en la exportación, una vía de escape que aminoró los efectos económicos perversos de la pandemia. A mediados de año comenzaba a escasear vino gallego en los mercados nacionales e internacionales, lo que animó los precios de venta. Al final, para el sector del vino (con gran presencia de cooperativas) podemos afirmar que fue un buen año donde mejoraron los precios de comercialización, tanto de la uva como del vino. Subieron los costes (laborales, de los fertilizantes, la reparación de parras, luz…), sin embargo, la mejora de los precios de venta del individuo viticultor y de la bodega compensaron suficientemente el incremento de los costes. Además, 2021 fue un año de buenas recogidas, por lo que globalmente el crecimiento de las rentas medias del sector fue importante.
En producción de huerta, que lleva varios años en cifras globales positivas, el 2021 también fue favorable: mejoraron ligeramente los precios medios (alrededor del 4%) y las producciones, provocando una compensación con la escalada de costes de producción. De media se estabilizaron las rentas de explotaciones productoras, lo que supone un buen resultado si lo comparamos con el de otros sectores.
El subsector de flor y planta viva, que tuvo un año 2020 tan malo como los sectores ganaderos más afectados, mejoró sustancialmente en el año 2021, alcanzando los niveles previos a la pandemia y, aunque los costes subieron, las entidades productoras pudieron acercarse a las rentas del año 2019, después de un año 2020 totalmente desastroso en términos económicos.
La miel manifestó un comportamiento globalmente positivo en el ejercicio, pero sigue estando atacado y perseguido por las diferentes plagas de difícil control (vespa velutina…) y que reduce los volúmenes esperados.
Destaca el excelente trabajo desarrollado por las cooperativas de suministro y servicios: fábricas de pienso, almacenes de venta de alimentación, fertilizantes, plásticos…, así como las cooperativas con prestación de servicios a las personas socias: servicios veterinarios, agronómicos, secciones de crédito, de maquinaria etc.
Estas cooperativas, siempre vinculadas con los sectores productivos, tuvieron una actividad y un ejercicio difíciles pues debieron afrontar la escalada de precios internacionales. Hoy, el sector agroalimentario gallego es conocedor de la importancia que supone disponer de una red de empresas al servicio de ganaderos y ganaderas que fomentan la competitividad y la reducción de los costes de producción. Sin esta red de empresas cooperativas los costes de producción nunca serían los más reducidos del Estado. Bien es cierto que en 2021 tuvimos una campaña forrajera con incremento de producciones y de calidad, que resultó clave para contener, aunque sea un poco, la escalada de los costes de producción en las granjas, especialmente las de vacuno.
El año 2021 fue un año de recesión global de rentas en el campo gallego, ante la fuerte escalada de los costes de producción. Con relación a la evolución de la renta media de profesionales de la agricultura y de la ganadería gallega, esta fue claramente negativa en relación con la media de los del resto de España donde hay mucha más presencia agraria que ganadera. Por tanto, concluimos que el 2021 fue un mal año para el campo gallego, claramente peor que el 2020, por la escalada de precios de los costes de producción que resultaron imposibles de trasladar a la cadena alimentaria por la posición oligopolista de la gran distribución y pese a ser calificados reiteradamente como esenciales durante la pandemia.